jueves, 9 de abril de 2015

Colón no descubrió América, pues ella ya se había descubierto a sí misma. Era una tierra poblada que tenía una forma de vida, unas creencias y una cultura. Lo que se descubrió al arribar a ella fue la ignorancia de los europeos, que no sabían que existía. Allí no se respetó nada por parte de los descubridores. Se les cambiaron nombres y apellidos, creencias y una forma de vivir y de expresar su cultura. En nombre de una civilización y de una religión se destruyó todo, sin discriminación alguna y, a cambio, se le saquearon sus tesoros antes de que se enteraran de su valor. Ningún misionero comprendió la riqueza de su cultura, de sus conocimientos, de su filosofía y de su creencias. No podían reconocer otra cultura y otra fe diferentes, porque estaban adoctrinados y programados por su papel de salvadores. Estaban apoyados por la creencia de toda una Iglesia cuyo Papa se tomó toda la potestad del mundo para repartir aquellas tierras entre españoles y portugueses, para convertirlas. Y esto lo hizo por tomar las Escrituras al pie de la letra.

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