jueves, 9 de abril de 2015

La atracción que brota de nosotros no es amor. Eso que llamamos amor es un gusto por sí mismo, un
negocio de toma y daca, y de condicionamientos: tanto como me ames te amaré. Es una dependencia,
una necesidad de lograr una felicidad que nos reclama desde dentro (porque nosotros somos felicidad y hemos nacido para ser felices), pero nuestra propia inseguridad hace que la reclamemos al exterior y lo hagamos con exigencias, compulsivamente y con miedo de que se escape. Lo manifestamos con un deseo de posesión, de controlar al otro, de manipularlo, de apegarnos a él, por la ilusión de creer que, sin él, ya no podremos ser felices.

Cuando amas de verdad a una persona, ese amor despierta el amor a tu alrededor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario